Visita maratónica a Purmamarca

Los tiempos, en el recorrido por la Quebrada de Humahuaca, son muy acotados, ya que se debe llegar al destino final, la ciudad de Humahuaca, antes de las 12 hs, esa es la hora en que todos los turistas reciben la bendición de San Francisco Solano (sobre esto les contaré en otro post).

Purmamarca es el pueblo más pintoresco y fotografiado de la región. Los colores lo caracterizan.

Por eso, apenas bajamos del bus, y nuestro guía nos comentó que teníamos solamente media hora para recorrer, usar los sanitarios, comprar y tomar algún refrigerio, salí con suma urgencia a buscar la famosa callecita de las fotos para ver el Cerro de los Siete Colores. El grupo se abrió y cada uno eligió su prioridad.

Buscando la callecita, retraté un cardón en flor.

Al llegar al lugar que buscaba, hice un giro sobre mi eje de 360° y fotografié cada punto. Cerros. colores tierra, vegetación autóctona, construcciones y la quietud de Purmamarca...No me quise perder nada...




Una vez cumplido mi objetivo, que no me llevó más de unos pocos minutos, volví agitada a la plaza principal donde se encuentra la feria de artesanos, para comprar algunos souvenirs. Los productos que se destacan son los tejidos de colores muy fuertes, vasijas de cerámica y tapices realizados en telar.

Paré en uno de los puestos: el que atendía Asunción, una mujer de piel curtida, poco hablar y una sonrisa tímida con la que respondió a mis preguntas. Me contó que es purmamarqueña, mientras envolvía mis compras (unos regalitos para sortear entre mis pasajeros y otros para mí) y que la vida en el pueblo es rutinaria, que ahora hay muchos turistas y que no le gusta que le "regateen" los precios (que le pidan descuento)
Le pagué y me despedí con un beso y una foto:
Le dije: "Bueno, me voy" y ella, con su sonrisa de pocos dientes me respondió: "pero va a volver...?" le guiñé el ojo y seguí mi camino.

Mi última parada antes de reunirme nuevamente con el grupo en el bus, fue para comprar un sombrero, sentía el sol sobre mi cabeza...

Me lo vendió la mamá de Morena, esta pequeñita que jugaba sin darse cuenta de mi apuro, me lo probé, con su mirada atenta y después de pagarle a su mamá me dijo varias veces "tau" (chau), con su manito en alto.

Y nos fuimos a Humahuaca.