NUESTRO PAIS Y MAS...: Y como tarea...una anécdota de viaje

5/6/09

Y como tarea...una anécdota de viaje

Voy por la cuarta semana de mi curso de Periodismo Turístico, que por cierto, me tiene bastante entusiasmada y ocupada.

Y para la tarea semanal, tuve que contar una anécdota de viaje. La verdad es que tengo muchas, pero elegí esta que también quiero compartir con ustedes:

Mi relato transcurre en Palermo (Sicilia), durante un famtour (tour de familiariazación) que realicé junto a un grupo de colegas. Si bien, es la capital de la provincia, funciona como un pueblo grande, con tradiciones ancestrales, sobre todo en lo que a la familia se refiere y con una profunda huella cultural y artística que dejaron los árabes en su paso por esta parte del Mediterráneo. Está situada en la costa, con callecitas empedradas y angostas y cuenta con dos mercados, uno en la costanera solamente los Domingos donde se vende de todo !!! Y el otro, abierto todos los días, donde predomina la venta de comestibles, pero “mechado” con algunos puestitos de ropa, o sea que para recorrerlo, hay que pasar entre los percheros ubicados al lado de los barriles con aceitunas o los canastos con berenjenas, con olores indefinidos y un colorido único. Es como una calle techada en forma de zig zag, donde no todo se ve a la altura de nuestros ojos, sino que también las mercaderías cuelgan de los techos. Viajamos en invierno y ya el primer día de nuestra estadía, vimos que la calle peatonal, en la zona más céntrica de la ciudad, al caer el sol y con el frío, se dividía en dos grupos bien marcados en sus esquinas: los adolescentes y los que yo dí en llamar "hombres de negro", los primeros vistiendo uniformados la moda del momento y los segundos, ostentando sus alhajas de oro, con amplios sobretodos negros con sus cuellos levantados, anteojos oscuros y pitucos sombreros que apenas dejan ver sus ojos. De “eso” no se habla, pero se ve a cada paso de cualquier ciudad de la isla. Nos informamos también acerca de la vida nocturna y supimos que no había mucho para hacer, así que decidimos quedarnos en el hotel. Luego de la cena, fuimos a hacer sobremesa al lobby, planificando como "gran noche gran" una rueda de chistes, de paso rompíamos un poco el hielo, ya que no nos conocíamos entre nosotros y nos quedaban muchos días de viaje por delante. Pero faltaba algo muy importante, los fanáticos del mate, quisieron sumar nuestra infusión nacional a la tertulia. La yerba la llevaron desde Buenos Aires, y aunque deliberamos durante un rato sobre cómo pedir una "pava" con agua caliente, optamos por obviar el recipiente en el pedido. Mientras esperábamos, nos pusimos cómodos en los sillones, alrededor de una gran mesa ratona y observamos que iban llegando a la barra del bar los "hombres de negro" a tomar su cafecito o trago nocturno. Cuando el joven camariere se acercaba a nosotros con el agua caliente, este grupo de hombres se dio vuelta y lo siguieron con la mirada. Imagínense: el mozo venía con los brazos extendidos como un sonámbulo trayendo una bandeja con dos teteras que parecían de plata labrada humeando (parecidas a las de la foto que tomé de la red para ilustrar), para dejarla sobre la mesa. El agua estaba más que hirviendo, y aquí va la anécdota que quedó para la historia: Los hombres quedaron atónitos cuando vieron lo que paso a relatarles: una de mis compañeras se arrodilló delante de la mesa y comenzó a tapar y destapar sistemáticamente las teteras para sacarles el humo y enfriar el agua. Nunca pudimos imaginarnos qué pensaron, si era un rito satánico, una forma de drogarnos o qué. Conteníamos la risa porque realmente inspiraban miedo y lo que es peor, tendrían que haber visto las caras cuando el mate empezó a pasarse de mano en mano. El resto, lo que esperábamos, chistes y más chistes , para terminar esa primera noche a la siciliana!!!
La foto del mate se la tomé prestada al fotógrafo argentino Aldo Sessa

1 comentario:

Susana de Argentina dijo...

Me imgino Ale! qué habrán pensado!! qué ritual! ja! ja! gracias Ale por la anécdota!!! besitos!!!