Situada en la región de San Isidro, Buenos Aires, su capilla del parque privado "Los Cipreses" es un resultado de todo lo aprendido en el oficio de construir y una experiencia de integración, pues cada detalle ha sido cuidadosamente estudiado por el artista. En sus vitrales Carlos Páez Vilaró plasmó un jardín donde pájaros, insectos, peces y corales pasan a fundirse bajo una constelación hirviente de estrellas fugaces, cometas, planetas, soles y lunas. Las aberturas están lejos del concepto del ventanal clásico y el piso fue pensado como una "alfombra-jardín" de cemento lustrado, donde la simplicidad del dibujo nace en flor y culmina en sol.
El artista quiso que la corteza de la capilla insinuara un nido de hornero y que los materiales fueran los más simples, desprovistos de la ostentación y el lujo.
Considerándose un pintor de la vida, le resultó difícil crear un templo para la muerte. Hacer una capilla era algo más que levantar una casa, modelar una escultura o pintar un cuadro. La obra nació de la forma de dos manos apretando una oración, abierta a todas las religiones, las razas, los idiomas, con sus torreones encuadrados por el paisaje y sus cúpulas acariciando el cielo.
(Gracias Taringa, me evitó la redacción!!!)
la visité hace unos días junto a mi amiga y colega Tamara Le Gorlois
17/3/11
Capilla Multicultos de Paez Vilaró (San Isidro)
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