Subimos juntos al metro de París, hacía frío y parece que él estaba cansado. Yo llevaba solamente una pequeña mochila colgada al hombro y en mis manos, el plano de la ciudad y somo siempre, la cámara fotográfica, en cambio él abrazaba un enorme bolso, que dejó en el piso en cuanto arrancó el coche, parecía pesado.
En menos de diez segundos, abrió el bolso, sacó una tela azul, que colgó entre los dos parantes, seguí cada uno de sus rápidos movimientos, ví que él quedó detrás, encendió un equipo de música y comenzó el show. Ante mi sorpresa aparecieron dos bonitos títeres que dialogaron, bailaron, se rieron y luego se despidieron de los viajeros.
Fuimos pocos los espectadores, tardó el mismo tiempo en desarmar su escenografía y guardar todo nuevamente. Pasó una gorra, durante su actuación ya había percibido el flash y por supuesto se acercó a mí, él me regaló una sonrisa y yo le agradecí el show con una moneda, bajó y arrancamos hacia la siguiente estación.
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