Y ahora la tarea es: OPINAR

Esta es la Columna de Opinión que escribí para la tarea que me asignaron en el curso de Periodismo Turistico:

Debo confesar que mi última visita al barrio de San Telmo, hace dos Domingos me desilusionó. Para mí siempre fue el barrio histórico, caracterizado por la antigüedad. Edificios, calles, bares, iglesias, museos, todo es antiguo. Y ese era el atractivo. Un lugar para buscar el pasado, la historia de nuestra ciudad. Pero cambió, la palabra “antigüedad” queda relegada solamente a algunas casas que se dedican a vender cosas de otros tiempos (que por suerte siguen abiertas). Y son muchas las palabras que ya no se usan. Nadie en el Museo Penitenciario, nadie en la Parroquia San Pedro Telmo (bastante deteriorada), nadie en el Parque Lezama y nadie sacando fotos a los adoquines, los gomeros enormes o la olvidada casa de Castagnino. Ahora la tendencia es otra, la multitud camina por una sola calle: Defensa, desde hace algún tiempo peatonal y atiborrada de puestos donde se vende, por ejemplo, hebillas para el cabello, de las más comunes, como así también las artesanías que podemos ver en cualquier feria. Sin olvidar a nuestro Gobierno de la Ciudad, que con su interminable arreglo de calles, deja intransitable gran parte del circuito a recorrer, montículos de tierra, pozos y cercos de madera son los protagonistas inesperados en cada foto. Las parejas que bailan tango, sin público, solos con su música sonando, invitando a bailar con ellos y nadie acepta y el grupo que pasa tocando batucada entre la gente, se lleva una estela de acompañantes como una peregrinación, a lo largo de varias cuadras. Todo vale a la hora de ganar un dinero (si son dólares, mejor) Lo curioso (y de alguna manera aplaudo la iniciativa): un señor que lleva en alto un cartel que reza “abrazos gratis”, despierta la risa de muchos, persigue, abraza, sale en la foto y se gana la propina. Los nuevos locales de ropa que están ubicados en casas recicladas. Es ropa vintage? No, ultra moderna, y no sólo ropa, casas de iluminación, calzado y adornos con diseños futuristas. Lo único que me devolvió el San Telmo que yo quería ver fue la Feria de la Plaza Dorrego. Tal vez sea porque el organizador (el Museo de la Ciudad), con el afán de proteger su origen, decidió imponer un reglamento en el que los puesteros deben cumplir ciertas normas como vender únicamente mercaderías anteriores a los ’70, cambiar periódicamente su ubicación por sorteo y la atención a cargo de sus dueños, detalladamente registrados. Todo esto se nota y es muy bien recibido por los visitantes. También destaco, aunque no tan visitados el Mercado de San Telmo y el Pasaje de la Defensa, dos lugares que por lo menos son valorados por sus características arquitectónicas, además de ser paseos de compras. En resumen, un cambalache. Cualquier locación es buena para vender, vender y vender. Mi relax fue la merienda casi en silencio, en un restaurante japonés.

Estaré volviéndome una guía de turismo conservadora, encerrada en sus relevamientos y monografías de los ’80 o vamos a terminar poniéndole a la Argentina un cartel que diga “SALE 50% OFF”?

Ustedes...qué opinan?