Esta foto no tendría nada de particular, ya que no describe ninguna situación ni lugar, si no hubiera sido tomada luego de un terremoto de 5.3° en Richter.
Solamente mi amiga Adriana y yo sabemos la alegría que sentimos en ese barcito de Santa Mónica (Los Angeles).
Unos minutos antes, estábamos en un supermercado del Promenade (la calle peatonal de Santa Mónica), cuando la tierra comenzó a temblar bajo nuestros pies.
Había poca gente, era mediodía, nos miramos y pudimos sentir un ambiente raro.
En menos de un segundo, los artículos, que tan ordenadamente colocan los repositores en las góndolas, se movían y caían al piso, imposible olvidar ese sonido.
Los pocos compradores, que conocen de estas experiencias, salieron corriendo a la calle y nosotras, que nos quedamos paralizadas, tuvimos que esperar al "Go out, go out!!! del cajero, para poder seguirlos.
Ya en la calle, veíamos cómo también caían pequeños trozos de mampostería de las construcciones aledañas.
Hubo algo que me impactó mucho: mientras mi corazón latía como el galope de un caballo, en un restaurante que tenía mesas afuera, la gente comía y los mozos servían como si nada estuviera pasando!
No sabemos cuánto duró ese momento, según nos contaron luego en el hotel, suelen ser solamente 2 o 3 minutos, pero fueron los más largos de mi vida.
2 comentarios:
wow! interesante relato , yo en lo personal me han tocado 3 sismos considerables y no los olvido por nada de mundo , es increible como se comporta la madre naturaleza.
Un beso Ale!
Jazmin
Guauuuuuu qué feo!!!
En San Juan, unos amigos nuestros, por indicaciones, se tuvieron que poner debajo del marco de la ventana, pero yo tendría miedo allí también paradita como poste esperando no sé qué.
Cariños.
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